lunes, 13 de diciembre de 2010

una de esas voces que necesitamos (punto final)

Esa voz que se juega la vida
esos ojos llenando el vacío
esos dedos hurgando en la herida
esa liturgia del escalofrío

Ese orgullo que pide disculpas
ese sentarse para estar erguido
ese añejo sabor de la pulpa
visceral del limón del olvido

Esa revolución de la amargura
ese inventario de la mala suerte
ese tratado de la desmesura

Ese como, ese que, ese hasta cuando
ese pulso ganado a la muerte
ese Enrique Morente cantando

Poema: A Enrique Morente
Año: 1999 (Séptimo de Caballería, TVE)
Letra: Joaquín Sabina

Y D. Joaquín Sabina, "incapaz" de repetir dos veces su misma letra, "creador" permanente que revisa una vez y cientas su propia obra, recitaba así en Granada tiempo después:
 
http://www.youtube.com/watch?v=0u-_SmM17-A

domingo, 12 de diciembre de 2010

una de esas voces que necesitamos

Muchos tenemos el pensamiento puesto en la UCI de un hospital, donde una de las mejores voces de nuestro tiempo tiene que luchar por no dejarnos solos.
Un luchador por los derechos de los hombres y mujeres tiene que dedicarse exclusivamente a él en las próximas horas... pero no está solo en esa locura que es intentar sobrevivir...

En este enlace, Enrique Morente canta las "Nanas de la Cebolla" de Miguel Hernández. Todos conocemos la versión de Serrat. Ésta, menos conocida, es una maravilla...

http://www.youtube.com/watch?v=3quItKpEyVM

miércoles, 8 de diciembre de 2010

8 de diciembre

Un día como hoy, hace trece años, tras un parto muy rápido, siempre según la versión de los médicos, asomó el sol por la ventana en el momento en que la comadrona abría la puerta con Yaiza recién nacida.

Los médicos habían enviado a mis padres de vuelta a casa poco antes de
que todo empezara, así que Juanma (mano fuerte, voz suave) fue mi único compañero en aquel viaje.

Me gusta recrearme en ese rato en que estuvimos los tres abrazados, en silencio, solos frente al mundo que se desperezaba a través de nuestras lágrimas.


Sus ojos abiertos al nacer pedían a gritos vivir… trece años después se come la vida con los ojos… y verla me hace feliz.

sábado, 27 de noviembre de 2010

sordos, mudos, ciegos... Cómplices

Llevamos meses escuchando hablar de la Violencia de Género y viendo cómo desde las alturas de los políticos se intenta poner frenos, parches, soluciones… a una cuestión tan desastrosa como los malos tratos infligidos en el ámbito familiar, que se supone que es el único íntimo y protector que tenemos en nuestra sociedad.


Últimamente la cuestión ha avanzado cuando se ha planteado salvaguardar de inmediato el derecho a una vida digna de los niños, y evitar que convivan, ni siquiera por unas horas, con un monstruo que tal vez no les ha golpeado a ellos, pero sí a su progenitor delante suyo (intento por todos los medios ser políticamente correcta, y no relacionar directamente “maltratado” con “mujer” y “maltratador” con “hombre”, aunque juro que me es muy difícil, y las estadísticas están conmigo: las excepciones confirman la regla).

Pero no quiero ir por ahí. No tengo ganas de hablar de política, que bastante hacen estos gobernantes nuestros, y bastante poco consiguen, a tenor de las noticias que recibimos un día detrás de otro.

Quiero hacer apología de la denuncia. Quiero gritar que ya está bien de escuchar que los políticos no hacen nada, o que los jueces no son justos, valga la contradicción. Quiero denunciar a los vecinos que se callan, cómplices del maltratador, porque vivimos en una sociedad que considera que “los trapos sucios deben lavarse en casa” (menos cuando se trata de los “famosos”, porque entonces se nos cae la baba viendo sus miserias en televisión y hablando de ellas en la cola del mercado).

Una noche, exactamente el 8 de octubre de 1993, creí que no salía de ésa. El que hasta el día anterior fue mi marido digamos que enloqueció, y blandiendo uno de esos cuchillos de sierra de cortar el pan, me persiguió por toda la casa. Yo, cubierta por un albornoz y descalza, empapada porque recién salía de la ducha cuando él llegó, corría y chillaba huyendo de sus gritos y sus llantos. Fueron unas dos horas que se me antojan eternas. No logro recordar nada concreto: escondida detrás del sillón, acurrucada en una esquina, pasillo arriba y abajo, saltando por la ventana de la habitación al patio interior… imágenes que a veces se me olvidan, y a veces, como hoy, me asaltan y me hacen estremecer…

Nadie vino. Nadie llamó a la puerta. No vino la policía. Nadie llamó por teléfono. Nadie se paró delante del balcón, abierto, de nuestro segundo piso… NADIE.

Conseguí zafarme, ponerme algo de ropa y echar a correr. Horas después podía contarle a un amigo lo que me había ocurrido. Mientras empezaba a hablar me di cuenta de la cantidad de chupitos de whisky que había tragado sin darme cuenta, pero no me alcanzó ni para prenderme: me permitieron sólo llorar y decir algunas vaguedades, salir del shock.

Durante meses me llamó, me acosó, me acusó de hacerle quedar como un violador y un abusador, y acabé yendo al psicólogo, mientras él empezó a rehacer su vida con una señora llamada como yo… tiempo después se olvidó de mí, “perdió” al gato que se llevó en nuestra separación (porque el perro de su señora no se llevaba bien con él) y desapareció de mi vida…

Cuando yo empezaba a vivir sola, a reconciliarme con aquella casa, con aquel pasillo, cuando había tirado a la basura el cuchillo (nunca más he tenido uno igual), una vecina me asaltó por las escaleras porque mi gato, que lloraba cuando me iba, le molestaba…

Me mudé tan pronto pude.

Pero los vecinos, ese grupo social sordo, mudo y ciego, como los tres monos, siguen ahí, sin inmutarse ante la barbaridad, pero buscando un hueco ante la cámara para decir que sí los oían, que nunca lo hubieran pensado, que era buena gente, que siempre supieron que acabaría pasando…

Y la vida pasa, para unos más que para otros…

domingo, 24 de octubre de 2010

... de un propósito de enmienda...

El síndrome ansioso depresivo lo tengo aquí, presente y activo, posesivo al máximo, doloroso, acosador y destructor, y es más duro reconocerlo que sufrirlo. Cuando estás en la espiral del ahogo emocional sigues girando sobre tí misma sin ver lo que te rodea, porque las mismas vueltas te impiden abrir los ojos a riesgo de, además, marearte.


Tengo que reconocerlo, y tengo que ponerle remedio, porque estar otra vez en urgencias y contar tus miserias a un desconocido no es plato de gusto. Y porque tengo tantas cosas y tanta gente detrás que más me vale salir de ahí.

Hace un par de meses recomendé a C. que saliera de esa espiral, que reconociera dónde estaba y dónde quería ir… y ahora me veo ahí otra vez, pero en lugar de aplicarme el cuento, he acabado con medicación de urgencia (“consejos vendo…”).

Necesito plantearme qué quiero, qué espero de la vida… qué espera la vida de mí… es decir, qué coño hacer para salir de esta mierda, en la que entré hace tantos años que no recuerdo (mentira, lo sé perfectamente) y que desde hace uno y medio me mantiene aferrada a unas pastillas que se supone me tienen que ayudar a salir de aquí… y no sé muy bien cómo…

Prometo que lo intentaré, y que saldré de aquí, por mí, por mis hijas, por mi vida…

Pero estoy tan cansada…

domingo, 12 de septiembre de 2010

... de cobardes e idiotas.

Hace años, cuando mi hija mayor tenía como 2 años, una de esas “ancianitas indefensas” que pasean por los parques la hizo llorar, porque la acusó de intentar romper un teléfono público con el que hablaba con su amiga invisible. Le recriminé su actitud y la acusé de increpar a una niña de 2 años que estaba jugando y no a los chavales de 18 que sí destrozaban…


En el parque donde vamos casi todos los días de verano, se coloca en un rincón un grupo de señores que bailan salsa relajadamente los domingos por la tarde. En círculo intercalan movimientos con una música bajita apenas perceptible para ellos… ocupan lo que ocupan, sin excesos… En el otro lado, unos chicos bailan break, con música altísima, y movimientos espectaculares de trompos y piruetas… Todos ellos molestan, realmente, a los patinadores, pero unos son peligrosos, por los fuertes e imprevisibles movimientos de piernas, y los otros simplemente están ahí…

Un hombre se encabritó violentamente con los mayores, pero no se atrevió con los jóvenes…

Una noche, en el mismo parque, un grupo de gente decidió ponerse a la fresca de los árboles a hacer una barbacoa. Nos dirigimos al guarda del parque, que, en lugar de ir a decir nada, llamó a la policía. Vinieron, “saludaron” a los de la barbacoa, y se fueron… aquéllos continuaron su cena.

Ayer celebramos allí mismo el cumpleaños de mi hija pequeña, y, en un rincón, dispusimos una mesita de playa para colocar los sándwiches y las patatas… aquél mismo guarda se vino a decirnos que no podíamos estar ahí… lo eché sin compasión: “¿estoy haciendo una barbacoa? ¿Estoy en medio molestando? No. Pues llame a la policía, si quiere, y hasta luego, Lucas”.



Cuando alguien increpa a quien sabe en inferioridad de condiciones pero no es capaz de hacerlo con quien, a priori, puede resultar superior, por aparente capacidad de respuesta, por número, por la razón que sea… se le llama cobarde, lleve o no uniforme.

Yo no quise considerarme así, y, después de discutir con la vieja, vi a unos chavales ensuciando y molestando en el metro… me quedé sola, pero no fui cobarde. Mis amigos me dijeron que era idiota…

miércoles, 8 de septiembre de 2010

... de tanto errar

Lo mío es equivocarme, hacer lo que no debo, moverme por instintos (aunque el Pepito Grillo de mi racionalidad me avise con luminosos) y cagarla.


Lo mío es estropear lo bueno que previamente he conseguido, incluso con mucho trabajo.

Lo mío no es de mujer hecha y derecha, sino de adolescente sin conocimiento.

Me empieza a aburrir eso de tanto errar, porque ya pienso que no aprenderé de mis tropiezos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

de la eternidad...

1 año...
12 meses...
52 semanas...
365 días...
8.760 horas...
525.600 minutos...
31.536.000 segundos...

un instante...

una eternidad...

jueves, 19 de agosto de 2010

demasiado tiempo...

No me había dado cuenta de cómo pasa el tiempo hasta que he visto cuándo escribí mi último post, así que, antes de que tenga que cantar "que veinte años no es nada", y como buen propósito del otoño que se nos ha adelantado este año, he decidido retomar la sana costumbre de publicar mis pensamientos al menos de vez en cuando.

domingo, 9 de mayo de 2010

Juárez en la sombra

Cuando conocí el reconocimiento que le hicieron a Judith Torrea y la escuché en la radio, busqué su blog y me lo agregué. Esperaba un buen momento tranquilo, para leer sus entradas. Esta mañana lo he hecho. En realidad, sólo la última…


… y he comprendido la razón del Premio Ortega y Gasset de Periodismo.

Como le he escrito, me ha traído recuerdos que guardaba, ya tan lejanos para mí en el tiempo, del miedo profundo de quien no sabe si al salir a la calle será para no volver.

Su voz es la de tantos que no pueden hablar, o ya no saben cómo o por qué hacerlo.

Y es la oportunidad para esa gente del Primer Mundo, para todos nosotros, en realidad, que cerramos los ojos ante la triste existencia de tantos congéneres, para abrirlos, para ver la cruda realidad y actuar de una vez. Hay que parar esa barbarie. No podemos dejar que se quede en una de las “noticias breves” del apartado de Internacional en los noticieros, porque el dolor de esas gentes, su tristeza y su abandono, es también el nuestro.

Os la recomiendo a todos:

http://juarezenlasombra.blogspot.com/

domingo, 2 de mayo de 2010

vergüenza

Un amigo mío está en pleno proceso de separación. Tan “en pleno proceso” que apenas hace dos o tres días presentó la demanda, y pidió, además, la custodia de sus hijos. Según él, su mujer está enferma y no puede ya más con ella.
No quiero entrar en valoraciones. Ni es mi intención ni conozco el caso a fondo, ya que nos hemos reencontrado tras unos añitos de separación (bendito féisbuc!) y he pasado del nacimiento de su primer hijo a la situación actual casi de golpe.
La cuestión está en que mi amigo, al presentar la demanda de separación, se ha encontrado con otra por malos tratos continuados, y tuvo que presentarse al día siguiente a declarar ante la Policía. Supuestamente no irá a más, porque ella no ha podido demostrar nada, y los propios policías le han dicho que para ellos tenía toda la pinta de ser una denuncia falsa, como las que se encuentran tan a menudo.

¡“Tan a menudo”!

Nos hemos habituado a verlas por la tele, y las asociamos a personajes y personajillos que sólo quieren cobrar un pellizco más por otra etapa de su vida, y aunque hay personas que resultan seriamente afectadas, lo acabamos viendo como parte de la farándula...
Pero existen de verdad, en la calle, tal vez en nuestra propia escalera: hay muchas mujeres dispuestas a destrozar a la ex-pareja como sea (¡cuánto no será el odio!), y aunque resulte, por lo visto, "habitual", no es políticamente correcto decirlo en público, porque, efectivamente, hay tantas, tantísimas que denuncian de verdad, que hablar de ello parece que nos coloque del lado de los maltratadores…

Me avergüenza como mujer que algunas utilicen la tragedia de tantas en una “simple” demanda de separación como arma de ataque contra la pareja.

domingo, 25 de abril de 2010

La peor de las injusticias

Hace unos días leí a mi querida sísifo una entrada sobre la indignidad de la muerte por "puntos suspensivos”, y explicitaba su intención de no polemizar políticamente por el tema de la Memoria Histórica.

Le contesté, pero no he querido pasar de puntillas por este tema en mi blog.
Yo sí soy más “polemista”, y considero que hasta respirando politizamos, porque, desde el punto en que somos animales sociales, somos políticos. No creo en la “apolítica”.
Pero es que creo que la Recuperación de la Memoria Histórica supera este discurso sobre la politización de la vida judicial y/o civil.
Mi abuelo tuvo la suerte de que le conmutaran la pena de muerte. El cura lo ayudó. Sin embargo, ¡cuánta gente no tuvo esa ayuda, y “descansa” abandonado en algún punto kilométrico de una cuneta!
Familiares míos y amigos han muerto, y yo sé dónde están. Si me apetece, voy donde sé y les pongo flores, les hablo... ¿Y la gente que no sabe dónde poner una flor, dónde rezar?
Los hombres enterramos a nuestros muertos en lugares donde honrarlos. No somos como el resto de animales. Todas las culturas tienen un lugar especial donde acudir. El peor castigo que se puede dar a alguien es quitarle ese derecho. Es arrancarlo socialmente de su grupo, rebajarlo a la categoría de animal.
La Dignidad de “los vencidos” tiene que estar a la altura de la de “los vencedores”. Ni siquiera por encima: a la misma altura.

Por eso creo que, más allá de castigar a los “vencedores” se trata de devolver la Dignidad y la “Condición de Humano” a los “vencidos”. Estoy oyendo hablar de 113.000 personas. Eso quiere decir que hay 113.000 familias a las que se les ha extirpado esa condición a lo largo de varias generaciones. Me parece una barbaridad que un sector de la sociedad (según encuestas de ayer, prácticamente el 50%) considere que no hay que seguir adelante con este tema, y cuanto más se insiste en él, más beligerante me siento, y más ganas tengo de gritar. Me parece, simplemente, la peor de las injusticias.

sábado, 17 de abril de 2010

De la maternidad...

Educar a los hijos es uno de los trabajos más duros que hay. Nos preocupamos permanentemente de que hagan sus deberes, de que vean o no algo en la tele, de que se comporten como personas, de que crezcan, en definitiva, en todos los sentidos…

A veces tropiezo en esa desesperación del “no hago lo suficiente”, sensación que supongo tenemos todos los padres. Entonces, ahí aparece mi hermana, madrina “de facto” ahora, y mucho más consciente, a la fuerza, de tantas y tantas cosas que antes veía, por decirlo de algún modo, desde la barrera. Ella me da ánimos al hacerme ver cómo, aunque no me dé cuenta, les voy inculcando ese interés por la música, la lectura, la cultura en general, los valores intangibles que luego permitirán que sean capaces de decidir y evolucionar por sí mismas… como hicieron mis padres por mí, sin ninguna duda.

Vi recitar a Altea hace unos días, en un homenaje a Miguel Hernández. Se había levantado la primera, nerviosa por la responsabilidad que había aceptado. Su cara era la de la felicidad por el trabajo bien hecho al recibir los aplausos de después.

Veo ahora a Yaiza bailando una danza que, hace más de veinte años, bailé yo. Me veo yo misma en esas espardenyes… y la veo disfrutar, buscar la perfección en los movimientos… Ese trabajo sólo lo verá recompensado un día a final de curso, después de todo el año de trabajo. Y sin embargo, de lunes a viernes durante varias horas, se dedica con cuerpo y alma.

A veces es verdad que hay que dar dos pasos atrás, olvidar por un momento la responsabilidad, y tomar perspectiva para ver que el trabajo duro y constante tiene sus recompensas: las veo ahí, tan mayores… debo estar haciendo algo bien, al fin y al cabo.

sábado, 10 de abril de 2010

De la memoria...

Hace unos días me cambié de móvil. Ahora tengo uno de esos táctiles, super-mega-modernos… llevo desde entonces, y poco a poco, intentando hacerme con esa novedad, que a mí me está costando tanto y que, de buen seguro, mis hijas resolverían en diez minutos…
El caso es que esta mañana me he acordado de que los mensajes que tenía en el antiguo teléfono no los tengo en éste, y he querido aprovechar para hacer un poco de limpieza (es que no he sido capaz de conseguir cambiarlos de uno a otro…)
Me he cruzado con esos mensajes que envío cuando voy y vengo de Barcelona, avisando a la familia que llego a destino, y los que ellos me envían, mostrando su alegría en un caso, su tranquilidad en el otro… con los saludos con mi gente, nuestros avisos y buenos deseos… cómo no, con publicidad…
… de pronto he tropezado con un deseo de “hora corta”, para pasar a la desesperación por localizar a gente, la aceptación de la realidad al comunicar horas y pautas…

Estos meses he venido viendo fotos, vídeos, con esa tranquilidad que aportan los buenos recuerdos, al fin y al cabo. Pero había olvidado el momento justo en que recibí la noticia. Hoy me he situado en el punto exacto de la acera, frente a mi trabajo, en que grité de impotencia cuando empecé a sospechar que algo no iba bien. Me he encontrado en el lugar en que me aparté con el coche de la calle y recibí la certeza. He visto el arcén en que me paré para dar yo misma la noticia…



...me ha sorprendido todo lo que uno llega a guardar en la memoria del teléfono para aligerar la propia…


jueves, 8 de abril de 2010

Del oro, el amor y las piedras


Como escribí en mi primer post, en la vida solemos dejarnos engañar por el oro que resulta ser chatarra, por el amor que sólo es hechizo...


Mi hija me contó un chiste el otro día: el hombre no es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, sino el ciempiés, que tropieza, y tropieza, y tropieza…


Llámenme ciempiés… pero tan pronto mi última patita pase la piedra, aún tropezando, continuaré adelante, adelante, siempre adelante.

sábado, 3 de abril de 2010

de la Amistad

Un amigo aparece siempre en el momento más inesperado, en la situación más inimaginable.


Entrar en una web con un nick permite abrirse al mundo manteniendo el anonimato y la intimidad, pero la esencia de la persona se hace siempre patente: uno es como es en el fondo, aún disfrazado de personaje ficticio: “aunque la mona se vista de seda…”

Detrás de toda la paja, de la gente anodina o poco interesante, de los farsantes, de los fanfarrones que uno siempre conoce en cualquier circunstancia, siempre hay grandes personas con quienes vale la pena compartir buenos ratos de conversación, aunque sea por escrito, aunque no se conozca su voz, ni apenas su rostro.

Lo que empezó como un divertimento anónimo me ha permitido ampliar mi círculo. Siempre he pensado que la Amistad es uno de los auténticos sacramentos vitales, así que espero saberla alimentar como corresponde...

A mi Chicosol y mi Boomboom.

domingo, 28 de febrero de 2010

una tarde en la Casa Museo

Ayer por la tarde nos fuimos mi hija pequeña y yo a una sesión de lectura que se convoca en la Casa Museo de Miguel Hernández de Orihuela cada último sábado de mes.

Realmente, no sabíamos muy bien a lo que íbamos. Creía que habría una persona que recitaría diversos poemas, con una fuerte preparación previa.... vamos, un Recital en toda regla.

Pero no: para mi sorpresa, se trata de una reunión en círculo, alrededor de la mesa del comedor de Miguel, en la cocina, en parte del dormitorio paterno, donde cada uno, con la mejor intención (a veces con una calidad impresionante) decía un poema que le gustaba, ya fuera de Hernández, de Neruda o de Bécquer... incluso de cosecha propia, con lo que eso supone de trabajo personal, iniciativa y creatividad...

Disfruté viendo a mi hija, con sus dificultades para la lectura y la dicción, participar con tres poemas (ni más ni menos!), dos ya conocidos por ella, pues los había leído en casa como parte de trabajos del colegio, y un tercero al más puro estilo del espontáneo en la plaza, llevada por la emoción del momento, la tranquilidad, la complicidad de los aplausos tras cada intervención...

Es un placer sentarse alrededor de una salita, con la historia que representa la Casa Museo, y ver cómo iniciados y noveles se lanzan a la aventura de la poesía. Ver cómo tantos niños (podían ser una decena) se esfuerzan por algo que normalmente va asociado a la palabra "aburrimiento" (a la palabra, no al estado, puesto que normalmente ni se ha siquiera probado) provoca una emoción añadida a la estancia y al mismo momento.

Espero volver, incluso intentaré perder mi timidez y participar... espero poder transmitir a mis hijas la emoción por la lectura, la pasión por la poesía, mi querencia por ese personaje que tanto significa en mi familia...

Tener al alcance de la mano una posibilidad como ésta merece ser vivida y sentida como algo personal.

http://www.miguelhernandezvirtual.com/casa_museo/casamuseo.htm